sábado, 17 de octubre de 2020

DELUSIONES ANTITAURINAS

"Esos fanáticos de lo naif, de las caricaturas, de las fantasías más delirantes, asumen que, si no hay corridas, los toros “se salvan”, y que entonces podrán vivir “felices”, quizá olfateando tulipanes holandeses y bebiendo chocolate suizo, es decir que parecen empeñarse en vivir el sueño ridículo de que existe un lugar idílico donde los toros de lidia que no van a las corridas dejan de ser lo que son y se convierten en inofensivas mascotas con las que podrían retozar mientras mil mariposas revolotean al rededor".

(Por: Steve D. Contreras / Patronato Taurino de Cajabamba)


Se anuncia que este año no habrá Feria del Señor de los Milagros y, claro, los antitaurinos más obtusos y bullangueros, que constituyen una excrecencia morbosa de esa afección mental que es el animalismo, expresan en las redes su entusiasmo sin el más mínimo ejercicio de reflexión. Se desgañitan afirmando que, supuestamente, los toros “se salvarán”, que la crueldad se acabó, que no habrá más tortura. Es decir, en esos cráneos deshabitados, aparte de vagabundear el ridículo fantasma de los conceptos espurios, no cabe siquiera la más obvia de las verdades: no hay nada más perjudicial para los toros de lidia que la suspensión de una feria taurina. Es que, claro, animalistas y antitaurinos -los del ala politiquera, sobre todo- no van a ocuparse de la subsistencia de los toros en el hábitat privilegiado donde son criados, ni siquiera van a preocuparse de ello, sino que la causa de sus más hondas satisfacciones está en la simple desaparición de una realidad que ofende su retorcida forma de percibir las cosas, es decir las corridas de toros, esos bellísimos espectáculos artísticos en los que solo alcanzan a ver lo que sus gigantescos prejuicios les permiten.

Esos fanáticos de lo naif, de las caricaturas, de las fantasías más delirantes, asumen que, si no hay corridas, los toros “se salvan”, y que entonces podrán vivir “felices”, quizá olfateando tulipanes holandeses y bebiendo chocolate suizo, es decir que parecen empeñarse en vivir el sueño ridículo de que existe un lugar idílico donde los toros de lidia que no van a las corridas dejan de ser lo que son y se convierten en inofensivas mascotas con las que podrían retozar mientras mil mariposas revolotean al rededor. Su deficiencia sináptica les impide comprender el costo que implica la suspensión de una feria taurina tan importante para esos toros que, ingenua o hipócritamente, afirman defender, pues ello únicamente acarreará pérdidas no previstas para quienes realmente se ocupan del bienestar de tan preciosos animales: los ganaderos, que sin feria verán muy mermadas sus posibilidades de mantenerlos en sus habituales condiciones privilegiadas de crianza. Y aquí llegará el colmo de la tozudez a decir que cualquier cosa es mejor para el toro que morir como suele hacerlo en una corrida, cuando la verdad es que las únicas dos formas de morir que, con justicia, le corresponderían a un toro de lidia son las de morir en la plaza, luego de ser lidiado con todo arte y verdad, o morir en el campo, toda una vida después de algún glorioso indulto.
En fin, habría que ver cuánto animalista antitaurino se hace cargo de mantener los hatos de toros bravos de donde saldrán los que, a no dudarlo, serán lidiados en la feria del próximo año.