domingo, 16 de junio de 2013

A PROPÓSITO DE LA LLEGADA DE NUESTRAS FERIAS

No se dice Bieeeeennn, se dice OLÉ

Esta inocente frase la escuché una de estas pasadas tardes venteñas, no recuerdo cual, pero me resultó muy cercana y adecuada a lo que a veces me da por pensar entre toro y toro.
Aquella voz que salía de los terrenos del ocho o del nueve, según calculé su ubicación, tenía más razón que un santo. Son las nuevas formas, los nuevos criterios.
Y es que últimamente me encuentro un tanto desconcertado algunas tardes de Feria en Las Ventas.
También puede que no sea yo el único que tiene ese sentimiento.

El caso es que me da la impresión de que se aplauden cosas que, en mi opinión, no deberían ser siquiera tomadas en cuenta. Aunque también se protestan otras que no admitirían discusión.

Vamos a dejar aparte para otro día la obsesión con las dos rayas concéntricas dibujadas con cal en el ruedo. A las primeras de cambio, en cuanto el caballo posa una porción de su casco más allá del temido límite, surge el vocerío y las protestas.
¿Realmente sabemos el origen y significado de los anillos? ¿Por qué se abronca al piquero cuando traspasa la maldita frontera blanca después de un largo rato intentando que el burel se arranque? ¿No nos damos cuenta que cuanto más alejado del cobijo de las tablas, a contraquerencia, más riesgo por lo general asume el del castoreño…?