domingo, 22 de junio de 2014

CARTELAZOS SÍ, PERO EL TOREO NO ES CIRCO

A propósito de los carteles rimbombantes de las grandes ferias del norte… Será más de lo mismo…?; Lluvia de orejas, indultos, toreros pidiendo trofeos, jueces sin autoridad… A dejar la mediocridad..!. Empresas, comités organizadores y profesionales tienen que respetar y hacer respetar las reglas de la fiesta, de lo contrario servirá de muy poco traer a toreros de cartel. La majestad del toreo no debe reducirse a poco menos que una parodia circense.

(Juan Medrano Ch.)


Chota, Cutervo y Bambamarca anuncian sus ferias taurinas con nombres rimbombantes en sus carteles. Pintan sus cosos, alistan sus alcobas y desempolvan sus mejores galas para recibir a los miles de propios y extraños que llegan atraídos por la aureola de fama que trasciende sus linderos y se expande por los rincones más ignotos del Perú Taurino. “Tranquilamente son los carteles de Madrid”, exclama un buen aficionado puneño desde un tendido de la plaza de toros de Puquio, en la lejana Ayacucho…

Y es que sin coba de por medio, hay carteles verdaderamente interesantes como los de Chota. Ver anunciado a un Uceda Leal en El Vizcaíno es un verdadero lujo. Este gitano de gran categoría acaba de cortar una oreja en Madrid que equivale a unas veinte de las que damos aquí; es un torerazo por donde se le mire y tal vez el espada más importante que pisará la arena chotana en toda su historia. Juan Bautista es el aroma de las maneras y el pellizco mientras que Diego Urdiales encarna al guerrero tenaz que no da tregua a ningún toro. Cutervo también aporta nombres como el del consagrado César Jiménez, una figura de inicios de siglo y Bambamarca también de seguro nos sorprenderá con nombres ilustres.

Hacer cruzar el Atlántico a estos verdaderos exponentes de la fiesta cuesta mucho dinero, desvelos y preocupaciones a los organizadores. Ellos vienen a torear y a jugarse la vida tal la profesión que han elegido. Llegaron a donde están porque se respetan a sí mismos y a su profesión, que es la más riesgosa pero la más hermosa de cuantas existen. Ellos conocen las reglas de la arena, dejémoslos que fluyan en su arte y no les induzcamos a nuestras miserias.

Viene a mi mente el recuerdo del gran torero francés Richard Milián, hace exactamente veinte años, cuando se descaraba ante un toro de Salamanca en El Vizcaíno de Chota; uno de esos aduladores gratuitos le vociferaba desde un burladero que se arrodillase, hiciera el pan con mantequilla, pidiera huayno a la banda de músicos y toreara para el público. Aquél, muy enfadado, le recriminó y ordenó que se tapase y no molestara…

Gran lección de profesionalismo y verdad. Hoy los que vienen nos miran y nos tratan como lo que somos: informales y mediocres, por eso no podemos ir a un mundial ni tener ferias como la de Guadalajara, Aguascalientes, Cali ni Manizales. Es tiempo de reflexionar para dar el salto y hacernos respetar. Los presidentes o jueces de plaza deben ser personas solventes en conocimientos taurinos y férreos en sus decisiones, con mando y autoridad, que hagan cumplir el reglamento y sancionen a los malos profesionales que denigran con acciones impropias la majestad del traje en el que van enfundados. No más ferias populistas donde los alcaldes otorgan las orejas para levantar su alicaída popularidad. Alejar la fiesta de la politiquería barata. Cuando ello se dé, podremos comentar a nuestros hijos y nietos de las grandes épocas taurinas que vivimos, antes de su desaparición.