viernes, 13 de julio de 2018

Hasta siempre Padilla, bienvenido Roca Rey: delirio en Pamplona con siete orejas y dos puertas grandes

(Navarra.com)

Puerta Grande de Roca Rey y Padilla tras la séptima corrida de los Sanfermines. (Iñigo Alzugaray)

Excepcional corrida de Jandilla. Cayetano se queda a las puertas de acompañar a los dos toreros con una oreja en el quinto de la tarde. 
Ni Billy Widler ni Speilberg hubiera sido capaces de plantear un guión con tantos elementos y un final tan rotundo si les hubieran pedido que escribieran para una película la última tarde de Padilla en Pamplona. 

El Pirata comparecía después de una tremenda cogida en la cabeza en Arévalo que le obligaba a portar un pañuelo para tapar y cuidar la terrible herida en el cuero cabelludo. Era aún más pirata, junto al parche que le acompaña desde la desgraciada tarde de Zaragoza. 

La plaza bullía, hervía en una tarde de calor y humedad extrema que barruntaba una tormenta de verano que terminó por llegar de forma suave en el cuarto toro después de descargar toda su ira en Tafalla. 

Desde el paseíllo era evidente que el guión aseguraba una tarde triunfal. Pero ¿y si todo se iba al traste? ¿Y si los toros no acompañaban? ¿Y si ocurría algo que llevaba a la ruina la tarde más emocionante de la Feria?

Un nuevo protagonista intervino entonces para asegurar que nada de eso ocurriera. Los toros de Jandilla irrumpieron en el ruedo bravos, encastados, con movilidad, clase, nobleza. Lo tuvieron todo, de forma casi completa, los seis toros. Con sus detalles y con un gran toro como fue Jugoso, el cuarto, que volaba como el Concorde por el pitón izquierdo. 

Padilla no tuvo más que seguir la senda marcada, puso todo lo que tenía después de verle caminar con algún gesto extraño, lanceó con el capote con largas cambiadas, puso banderillas con oficio y toreo con sus limitaciones artísticas, pero siempre con la voluntad de devolver a Pamplona todo lo que le ha dado en tantos años, desde su debut en 1999 con una corrida de Miura. 

La plaza estalló cuando Padilla hundió la espada en el primero y cayeron las dos orejas, como en una forma de asegurar que la puerta grande y el final feliz de la película quedaba garantizada. 

Padilla brindó el primer toro a la plaza y el segundo a la Casa de Misericordia. Visitó de blanco y oro con la faja roja, de auténtico pamplonica. 


Besó el suelo y tomó la arena con la mano, ondeó banderas piratas, dios dos vueltas al ruedo y salió a hombros entre uno de los mayores clamores que se recuerdan en Pamplona, con una multitud esperando en el exterior del coso para recibirle extasiada. 

Se acabó la historia de Padilla entre abrazos con Roca Rey, el torero que coge el testigo, el torero que emociona, que rompe moldes y ha terminado por arrasar en la feria con seis orejas en sus dos tardes. 

Los dos salieron a hombros por merecimientos bien distintos, pero los dos significan la honestidad y el valor del torero, la grandeza y la personalidad de una mundo que llena plazas y arrastra a la emoción a quiénes los siguen. 

El peruano volvió a conmocionar a la plaza con dos faenas bien distintas, mucho más profunda y torera la primera, arriesgada y de arrimones la segunda. Fue, sin embargo, en el primer toro cuando salió lanzado por los aires al citar al toro quieto en los inicios de la faena. 

Quizá ni fijó bien al toro con la muleta o quizá el de Jandilla se vino menos al trote y lo arrolló por completo. Roca Rey ni se inmutó cuando se levantó de la arena. Apenas se miró para ver si tenía alguna lesión. 

Volvió a la cara del toro y efectuó una faena de peso, de calidad. Pincho y quedó a expensas del sexto para repetir la puerta grande. 

La rubricó con un toro más complicado que le obligó a sacar su lado más inconsciente, ese que pone los pelos de punta cuando le cambia los viajes al toro. 

Mató con una gran estocada y cayeron las dos orejas como cae el telón de la película y la historia de Padilla en Pamplona para inaugurar un ciclo dominado por Roca Rey, el torero que llena plazas, el torero silencia hasta a las peñas. 

También estuvo Cayetano, invitado de excepción a dos momentos históricos para Pamplona. No anduvo fino con el primero y arriesgó algo más con el segundo. Dejó algún destello de calidad, tanto con el capote como en dos o tres naturales. 

Cortó una oreja y se recibió de Pamplona el cariño del público. 

El 13 de julio de 2018 dijo adiós Padilla a los Sanfermines y le cedió en un cariñoso abrazo en el centro del ruedo, ambos a hombros, el trono de Pamplona a Roca Rey.

FICHA

Seis toros de Jandilla: noble y encastado el primero, enrazado segundo; complicado encastado el tercero; aplaudido en el arrastre el enclasado cuarto, noble y con motor el quinto, más complicado el sexto. 

Padilla, de blanco y oro con fajín rojo: dos orejas y oreja. 

Cayetano, de turquesa y oro: ovación y oreja.

Roca Rey, plomo y plata: oreja y dos orejas. 

Presidencia: a cargo de Enrique Maya (UPN), asesorado por Fernando Moreno y Rosa Loranca (veterinaria). 

Incidencias: lleno de no hay billetes en Pamplona. Roca Rey fue atendido en la enfermería después del tercero de la tarde por un varetazo en el muslo y glúteo derecho con gran hematoma.