viernes, 29 de enero de 2016

ACHO, 250 AÑOS DE HISTORIA

Por el retorno del toro y la autenticidad de la fiesta 

(Juan Medrano Chavarría)


Este sábado día 30 de enero de 2016 la plaza de toros Acho cumple doscientos cincuenta años de fundada. Su trayectoria, como pocos monumentos de su género en el mundo, es una evocación a la historia y sus tradiciones.

Tradiciones de una Lima que ha evolucionado desde los tiempos de la carreta y los aguateros, evocados por don Ricardo Palma en sus célebres Tradiciones Peruanas, hasta los tiempos de hoy, marcados por el caos y el hacinamiento de una metrópoli que clama por un plan de reestructuración y reordenamiento para proveer de calidad de vida a sus más de diez millones de habitantes.

En ese contexto, Acho y su entorno conforman una realidad que ha sido ignorada por las sucesivas autoridades que tuvieron la responsabilidad de velar por su desarrollo. Declarado Monumento Histórico, es la plaza de toros más antigua de América; mas, su enorme categoría monumental le ha servido de muy poco para llamar la atención de los funcionarios del estado, en tanto invertir recursos para su remodelación, -junto a su entorno-, para revalorizarla en los niveles más altos de promoción turística. 

Otro punto es la calidad de los espectáculos que ofrece, lamentablemente venidos a menos en los últimos años por un sin número de razones. Una empresa poderosa se acaba de ir, agobiada por la falta de certidumbre y las ominosas exigencias de la sociedad arrendataria. De tal forma que al día de hoy, la suerte de la plaza es un acertijo y no se ven luces de reflexión en los estamentos que podrían orientar su destino. 

Mientras, la sufrida afición que paga los altísimos precios del espectáculo, espera impaciente el anuncio del cartel de la temporada. A este heroico público no le importa quién organiza la feria, ni qué toreros ni ganaderías vendrán –pues de hecho se anunciará a los mismos de siempre y se relegarán a los verdaderamente buenos-. 

El afán es asistir a la plaza para reencontrarse con el toro y sobretodo, con el fastuoso ambiente que emana de sus fabulosas arquerías y misteriosos pasadizos de rancio olor a madera. 

Qué importa que el toro ni lo sea, ni menos lo parezca, que para eso está el coro de la prensa españolista. La temporada que pasó, la gente que paga, como siempre, saldó su descontento bebiendo la cerveza más costosa del mundo; ni en el salón de la torre Eiffel beber beer es más oneroso que en Acho…!! 

Ojalá el aniversario de la plaza nos llame a reflexión. La afición clama por la vuelta a la autenticidad, la vuelta del toro y de los toreros que se justifican. Terminemos ya con el imperio del grupo que envía a Acho los mismos toreros desde hace diez años. 

Enhorabuena para todos.