sábado, 27 de junio de 2015

ESAU FERNANDEZ, SALE EN VOLANDAS DE LA MONUMENTAL JORGE PIEDRA LOZADA DE CUTERVO

Juan Carlos Cubas corta un apéndice, Sebastián Ritter se fue de vació ante un encierro de La Viña y El Olivar. Cuarta tarde de feria en honor a San Juan Bautista con lleno los tendidos. 

Texto y Fotos: Miguel Pardo.


Juan Carlos Cubas, pechó con un soso toro que no humilló y sin transmisión, que salió 1ro. de La Viña; Cubas intento el toreo clásico sin resultados, mató con una alta entera que hizo rodar sin puntilla. Palmas. Ante el 4to. de El Olivar, alto, complicado y desclasado; el huancaíno lo intenta firme y sobre el toro. Oreja, ligeramente desprendida.

CAYÓ EL TELÓN DE UNA FERIA PARA EL OLVIDO

Con los trofeos desiertos y la cerrada disconformidad del público que abarrotó los tendidos del Vizcaíno, cerró el ciclo taurino más importante del interior del Perú. Se corrieron ocho ejemplares, uno de San Pedro y siete colombianos, algunos impresentables y sin hierro como el 5°, protestado y devuelto, entre el sopor y la indignación de la gente…

(Desde Chota, textos y fotos de Juan Medrano Chavarría)

Javier Castaño toreando con la silla y el impresionante lleno del Vizcaíno..

Cariacontecidos y descorazonados dejamos nuestra entrañable Chota para enrumbar hacia Cutervo, donde nos aguardan todavía los tres festejos estelares de la feria de San Juan. Como nosotros, la gente de aquí y los cientos que llegaron de fuera hervían en indignación por la deficiente organización de esta feria que hace exactamente una temporada presentó el cartel más importante en sus cincuenta años de historia.

TARDE OREJERA EN EL VIZCAÌNO

Nueve orejas, -muchas de ellas sin razón de ser-, se cortaron en la segunda corrida de la feria de San Juan de Chota. El ganado, otra vez de tres ganaderías distintas, se dejó más que en la jornada inaugural y hubieron faenas de mucho fondo como la de nuestro compatriota Juan Carlos Cubas y el español Antonio Nazaré. 

(Desde Chota, textos y fotos de Juan Medrano Chavarría) 


La excesiva alegría y el triunfalismo volvieron al Vizcaíno, truncando nuestro sueño de ver esta plaza convertida en auténtico santuario del toreo; con un juez, otra vez, prevaricador y sin autoridad y criterio para presidir una corrida y disponer con equidad el otorgamiento de trofeos según la valía de las actuaciones de los protagonistas.