viernes, 30 de enero de 2015

DOS CORRIDAS DE TOROS POR LA VIRGEN DEL BUEN PASO EN CARAVELÍ

En la tierra del buen pisco, el próximo 4 y 5 de febrero se dará el gran mano a mano entre nuestra primera figura Juan Carlos Cubas y el venezolano César Vanegas, con toros de San Pedro, Navarrete y Colorado…

(Textos y fotos: Juan Medrano Ch.)


La bella y hospitalaria Caravelí, tierra del pisco y del buen vino, celebra por estos días la festividad en honor a la Virgen del Buen Paso. Entre otras actividades, como concursos de marinera, cata y degustaciones de pisco entre las buenas bodegas que elaboran la famosa bebida nacional, está la feria taurina anunciada para el miércoles día 4 y jueves 5 de febrero.

El comité de fiesta presidido por el señor Saúl NeyraDruckmann, anuncia el mano a mano entre nuestra primera figura nacional Juan Carlos Cubas y el matador de toros venezolano César Vanegas, uno de los toreros más importantes del país de las llanuras. Se jugarán cinco astados por tarde de las ganaderías San Pedro, Hermanos Navarrete y Colorado, del señor Javier Taboada.

Caravelí es una de las plazas más importantes del sur del país. Se distingue de otros escenarios por el orden, la formalidad y el respeto de sus organizadores por el rito de la fiesta. Dista casi ochocientos kilómetros de Lima y para llegar hay que hacer un primer tramo hasta el balneario de Atico, altura del kilómetro setecientos de la carretera Panamericana Sur, y de allí recorrer setenta kilómetros hacia el este por una vía totalmente asfaltada hasta la famosa tierra del Cholo Berrocal.

Sus corridas de toros atraen cientos de aficionados que llegan desde los valles arequipeños y de la misma Ciudad Blanca, así como de las localidades ayacuchanas ubicadas en las inmediaciones de la gran meseta de Parinacochas, región taurina por excelencia. Caravelí goza de benigno clima, con ardiente sol y refrescante brisa por estos meses de verano. El valle regado por el río del mismo nombre está moteado de viñedos y sabrosos frutales. Su gente es hospitalaria y acogedora y no hay casa donde falte un buen pisco, que es ofrecido con cariño y amabilidad al forastero.