domingo, 12 de mayo de 2013

LANCHO HIZO EL TOREO EN PUQUIO

Y triunfó a ley ante uno de San Pedro que predijo peligro pero acabó sometido a la poderosa muleta del español. La corrida de San Pedro y El Manzanal lució descastada. Los toros colombianos se movieron más pero deambularon por el ruedo sin fijeza ni codicia. 

Desde Puquio, Ayacucho, Perú, textos y fotos de Juan Medrano Ch. Especial para Perú Toros y la revista Fiesta Brava



El hombre propone y el toro lo descompone. El dicho encaja perfectamente con lo sucedido en el primer festejo de la feria en honor al Señor de la Ascensión, patrono de Puquio, en la lejana provincia de Lucanas, al sur del departamento de Ayacucho. 
A excepción del 3°, negro, montado y justo de cara, herrado con el N° 56, de San Pedro, la corrida adoleció de lo indispensable para embestir: casta y raza. Los toros peruanos se apagaron tras salir de varas y los colombianos, si bien con más arrestos, trotaron sueltos como en rodeo, sin fijarse en los trastos ni encelarse para acometer. Con este precario material los toreros tuvieron que hacerlo todo, arreando ellos para lograr siquiera hacerlos pasar. 


Sebastián Vargas mostró oficio y resolvió en ambos tras intentarlo de variadas formas. Su 1° tuvo menos de medio pase y el 4° anduvo perdido. Mostró mucha seguridad con la espada y los despachó sin apremios. Fernando Roca Rey se dejó ver en su toreo ante el 2°, que llegó hasta las banderillas. De allí se paró y regateó sus embestidas. El 5° fue otro manso que recibió dos puyazos pero nunca se ahormó y anduvo siempre pendiente por huir de la pelea. 

En este escenario irrumpió Israel Lancho para descifrar el acertijo. Los toros peligrosos y huidizos también tienen lidia. Basta que se muevan para aprovechar el viaje y embeberlos con técnica, maestría y talento artístico. El 3° probaba y medía desde el capote; esperaba y cortaba en banderillas y tras el achuchón al Tachuela se emplazó para ver quién se atrevía a ponérsele delante. Cerrado en tablas, Lancho lo somete con mando y firmeza. Fueron cuatro muletazos templados y sin solución de continuidad, que desengañaron al morlaco. De allí para adelante el aroma del toreo bueno brotó de las muñecas del espigado torero que a decir de su actitud, no ha renunciado al sueño de mostrar su arte en las grandes plazas del mundo. 

Como colofón ante el 6° bis nos regaló otra gran lección. El del manzanal era rajado y su querencia natural eran las tablas. Allí le hizo faena, sometiéndolo y dejando claro que en el toreo lo primordial es EL MANDO. El torero tiene que mandar y no justificarse diciendo que el toro es un cabrón, como es común escuchar. En esta faena, para el recuerdo, brotaron los conceptos básicos del arte de Cúchares, aquellos que escribieron con letras de oro Costillares, don Pedro Romero, Machaquito, Guerrita, Joselito, Belmonte y otros grandes maestros del arte de lidiar reses bravas. 

Lástima que no lo degustáramos a placer; la lección fue entre sombras. 

Ficha.
Plaza de toros Antonio Navarro. Sábado día 11 de mayo 2013. Tarde soleada. Plaza rayando en lleno. Se lidiaron siete astados; 1°, 2° y 3° de San Pedro, y 4°, 5°, 6° (bis) y 7° de la ganadería colombiana El Manzanal. 

Sebastián Vargas (Grana y oro) Estocada delanterilla y ligeramente contraria, descabello, palmas. Estocada desprendida, descabello, palmas. 

Fernando Roca Rey (Morado en azabache) Tres pinchazos (el toro dobló sin estocada), saludos. Pinchazo, estocada trasera y desprendida, palmas. 

Israel Lancho (Verde y oro) Estocada traserilla y tendida, dos orejas. Pinchazo y estocada delanterilla, palmas.

El paseíllo, a contraluz. Vargas, de grana, Lancho, en verde botella, y Roca Rey, de morado en azabache.

El que abrió plaza, para Sebastián Vargas, estiraba el cuello para embestir.

Y el del Manzanal, un tontón perdido. Fatídico lote el del colombiano.

Este sampedrano de Fernando de salida tuvo arrestos. Y el limeño se dobló con él...

Hubo que dejarse ver para que se encelara...

Pero apenas pasaba y no hubo más.

Este montado de San Pedro fue el que salvó la tarde.  No por sus condiciones, pues salió a comerse al que se le ponía delante, sino porque cayó a manos de una muleta poderosa.

En banderillas espero al Tachuela...

Para hacerle hilo y literalmente comérselo...


Tras la paliza, Lancho brinda al pequeño pero valiente banderillero llamino...


A un toro que acabó sometido y entregado a la franela de este torero que no sabe de plaza pequeña ni grande, sino de torear como mandan los canones.

El español hizo el toreo sobre ambas manos, encajando series de auténtica valía...

Por eso el triunfo fue a ley. Que viva el toreo bueno...

Y en penumbras, salió a hombros de la plaza.